texto resumen

¿Qué relación podríamos tener los iliturgitanos con todo aquello? Sabían de nosotros, de nuestra antigüedad. Pero, ¿sabrían de nuestro tesoro? San Eufrasio estuvo siempre ahí, mucho se había escrito al respecto. No pocas comitivas habían venido históricamente, primero hasta la Iliturgi romana, más tarde hasta la Andùxar musulmana y por último, a la Andújar cristiana. Todas perseguían un mismo fin, recabar información sobre las reliquias del Santo y lo demás ... La leyenda había conseguido que los más ambiciosos anhelaran poseerlas, seguros de que ellos conseguirían lo que otros antes intentaron y no pudieron. Ahora les tocaba a ellos, a los nuevos poderes fácticos, los banqueros estafadores, la políticos corruptos, las mafias del narcotráfico y la prostitución y hasta los jueces y policías en connivencia con la mismísima Iglesia de Roma. Una lucha sin cuartel en la que el protagonista, simple becario de un banco en Fuengirola, deberá enfrentarse a todos ellos con la única ayuda de dos amores femeninos bien diferentes, uno carnal y el otro celestial, de uno la pasión y del otro la devoción, una le dará descanso y la otra consuelo, Maite y La Virgen de la Cabeza, ellas se convertirán en las auténticas protagonistas de una novela de final imprevisible.

CAMBIO DE ROPA DE TEMPORADA, LA TRAGEDIA DE CADA AÑO.

Trasteros convertidos en auténticos agujeros negros, zapatos desparejados, chaquetas y pantalones de esquí que no suben o si lo hacen no cierran, polares y pijamas tantos años desaparecidos que reaparecen y el acontecimiento más cruel y difícil de asimilar, aquel que aún a fuerza de empujar o sentarse incluso encima, ni haciendo fuerza con un pie, ni con los dos, ese fenómeno espacial que pareciera venido directamente de otro planeta, que digo, de otra galaxia, las cajas, sí, las cajas del chino, las cajas de cartón, los cajones de los armarios, esos que fueron capaces de acoger y acomodar incluso holgadamente las mudas de otros años y que ahora, por obra de algún desconocido exorcismo parecieran haber encogido, si no en número en tamaño. Me niego a tirar nada, esa cazadora que no me entra, esa camiseta despintada, ese jersey con pelotillas o esos zapatos deformados, huelen a mí, son como una segunda piel, tirarlos sería un crimen, un magnicidio. Asesino en serie digno de cadena perpetua aquel insensible capaz de prescindir ahora, de lo que antaño le cubrió, abrigó o embelleció. Deberíamos buscar y perseguir a todos aquellos desagradecidos que sucumbieron ante la tentación de hacer daño por placer, de llenar inconscientemente bolsas de ropa a sabiendas de su destino y, con la excusa de Madre Coraje, arrojar despiadadamente esos testigos vivientes de nuestro pasado, de vivencias inherentes a cada prenda, sensaciones en lana, sentimientos de algodón, lágrimas de lino y carcajadas de piel de borrego, pero no, por más que nuestra ingratitud lo intente, no será tan fácil poner tierra de por medio, las fotografías siempre estarán ahí para recordarnos tan horrendo crimen, pruebas concluyentes de que una vez existieron y formaron parte de nuestras vidas. Si el puente del Pilar fue una dura prueba, la semana que viene, el de los Santos, será la prueba definitiva, la hora de la verdad, yo ya me estoy mentalizando y haciendo de tripas corazón, sé que tendré que hacerlo por su bien, y aunque me vaya la vida en ello, algo habré de tirar, Aunque pensándolo bien, creo que mi vecino vendía su trastero, igual no sería tan mala idea hacerle una oferta ... Espero que este post os ayude a enfrentaros a tan duro trance y ruego tengáis en vuestras oraciones a todas aquellas prendas anónimas que irremediablemente perecerán en la operación "cambio de temporada", R.I.P.

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